jueves, 22 de junio de 2017

DE QUÉ SE RÍE




En esta agitada vida política del país, donde todo parece la trama de una obra subrrealista, donde los políticos parecen arlequines de una comparsa extraña, que solo la entienden quienes escriben el guión y se llevan los tesoros del pueblo, vale recordar la fina agudeza de Benedetti

DE QUÉ SE RÍE
                                   Mario Benedetti

 (Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.

domingo, 18 de junio de 2017

Un pensamiento para los padres

Caminantes solitarios de la vida, 
testarudos sonrientes del dolor,
persistentes constructores de futuro,
eso son los padres.

domingo, 11 de junio de 2017

Solo un pensamiento


Que el tiempo nos perdone los olvidos y el olvido nos libere del tiempo

miércoles, 10 de mayo de 2017

OLVIDO


                                             Cuanto miedo da la soledad
                                             y solos nacimos para solos partir;
                                             dan miedo las ausencias,
                                             dan miedo los olvidos,
                                             dan miedo las partidas,
                                             da miedo hasta la misma vida
                                             y terminaremos muriendo de tanta vida
                                             y terminaremos muriendo de tanto olvido. 

viernes, 31 de marzo de 2017

EL DÍA QUE LA ABUELA PARTIÓ




¿Tenemos poder sobre la vida?, ¿decidimos cuando debemos partir?, no lo sé, solo sé que el día que mi abuela se marchó para siempre, ella decidió partir, pareciera extraña esta afirmación, pero es cierta, estoy seguro de ello, déjenme contarles que paso y porque me atrevo a pensar que los seres humanos decidimos cuanto y hasta cuando transitamos por los desgastados jirones de la vida.

Yo provengo de una familia muy pegada a su tradición, una familia donde la sobre mesa era obligatoria y esperada por nosotros los hijos, y es que era el momento en que mi padre nos entretenía con relatos misteriosos, tradicionales y hasta jocosos, muchos de ellos escuchados a sus abuelos y otros a sus urbanos clientes de la carpintería que conducía y que para placer de él compartían el gusto por la plática, pero esa tradición familiar se volvía imperdible cuando a la cabecera de la mesa se sentaba la abuela, responsable de gran parte de los cuentos paternos, y es que ella tenía una habilidad especial para los relatos, los cuentos en la voz de la abuela tomaban un espíritu especial, tan especial, que sin darnos cuenta, a medida que avanzaban las narraciones, mis hermanas y yo comenzábamos a acurrucarnos en las sillas y pegarnos unos a otros, como protegiéndonos de ese misterioso final donde sin duda apareciera la bruja transformada en chancho o el enemigo, como decía mi abuela cuando se refería al diablo, que según ella, antes se  aparecía a la gente porque, esta, era muy inocente.

Así crecimos, junto a la abuela y sus relatos, esperando sus visitas que casi siempre eran celebradas por mi madre con un piqueito de bienvenida y cuyo colofón era uno de los ansiados cuentos; pero el tiempo es un verdugo, te ataca el alma, te ataca el cuerpo, eso paso con ella, los años avanzaron y las tertulias de sobre mesa se fueron alejando, en verdad los achaques de la edad la fueron sustrayendo de los cuentos y de las visitas que nos hacía, era una realidad a la que nos estábamos resignando, hasta que un día nos llegó la noticia, la abuela estaba enferma, la habían internado en el nosocomio de la ciudad. No recuerdo con precisión el diagnóstico, pero esta vez la enfermedad pudo más, ella que siempre rehuía a los cuidados médicos se encontraba postrada en la cama de un hospital, su rostro mostraba un cansancio indescifrable, tal vez cansancio de vida, de alegría, de desasosiegos, no lo sé, pero ella estaba allí, recostada sobre la cama, hablando lento y con mirada tierna, hacía recomendaciones a cada uno de los hijos que estaban a su alrededor, pedía que le cuiden sus cosas y que cada uno arregle las suyas, así la encontré cuando llegue a visitarla.

Los días pasaban lentos, porque en esos lugares, los hospitales, pereciera que el tiempo se adormita, su paso es tardo y en la medida que avanza va dejando hastío y sufrir, la abuela, mujer de caminatas y conversación, se aburría cada día más, sus días eran ver llegar temprano a las enfermeras, más tarde a los médicos que preguntaban, miraban, hablan entre ellos y escribían con letra casi indescifrable las recetas, siempre trate de leerlas y nunca las entendí; más tarde permitían el ingreso de los familiares y amigos de los que se encontraban internados, por espacio de casi dos horas las salas emulaban las reuniones familiares de domingo, pero llegada las cuatro de la tarde la tristeza volvía a los pacientes, las visitas se retiraban y lentamente la soledad tomaba por asalto los pasillos y las salas del hospital, solo algunos de los internados quedaban con compañía,  mi abuela por su edad contaba con ese privilegio, los hijos se turnaban de tal manera que la compañía nunca le faltara.

Fue en uno de esos turnos de compañía que le toco cubrir a mi padre que yo decidí acompañarlo, era de mañana cuando llegamos, encontramos a la abuela un tanto decaída, sin embargo los médicos que la habían auscultado decían que estaba estable, que no encontraban nada de qué preocuparse, pero su semblante no era el mismo, su mirada era de meditación y su profundo silencio solo nos decía que quería estar sola, la acompañábamos a prudente distancia, se acercaron las enfermeras entregando las recetas, mi padre salió a comprar algunas medicinas, yo me quede vigilante, desde su lecho la abuela me llamó muy despacito, me cogió la mano y me miró muy tiernamente, estaba a punto de comenzar la última conversación que tendría con ella.     

Hijo, estoy cansada, creo que ya cumplí con todos, quiero descansar ya, cuídate, estudia, me dijo, las palabras eran muy sentidas y me pusieron al borde del llanto, yo solo atiné a decirle que se calmara porque ya estaba mejorando, pero ella insistió, estoy cansada, ya quiero descansar; en eso irrumpió en la sala la encargada de las comidas trayendo el almuerzo del día, salí discretamente secarme los ojos, la encargada repartía los alimentos; era las doce del mediodía, llegaba Gustavo, el menor de los todos los tíos que venía a acompañar a la abuela.

Llegó la hora de despedirnos para volver más tarde, me acerque a la cama donde reposaba la incansable narradora de cuentos, ahora más ensimismada, mas ausente, la tome de la mano y le pedí que comiera un poco, ella me miro y solo me dijo, voy a descansar, salí despacio junto a mi padre; a las tres de la tarde nos avisaban que la abuela había fallecido, recién me di la cuenta que la última conversación con ella fue una despedida y que ella sabía que ese día partiría para no volver, se marchó habiendo cumplido con todos, a sus 84 años ella seguía decidiendo sus cosas y contando sus cuentos, conversando con locuacidad prodigiosa, ella partió, pero de tanto en tanto regresa con el cuento que nos vuelve a la memoria y nos la revela con su particular manera de sentarse y paciente manera de contar, ella se marchó cuando quiso marcharse.

Por lo que he contado pienso que nosotros decidimos el momento en que nos debemos marchar de esta vida, ¿para volver?, no lo sé, quizá solo para marcharnos.

E. PACHECO R. 

martes, 21 de febrero de 2017

EL PERÚ BAJO SOSPECHA



 Las noticias en el Perú son cada vez más preocupantes, el caso de corrupción Lava Jato en Brasil, salpican profusamente a por lo menos los últimos tres presidentes de la república en el Perú y como nunca antes se vuelve rabiosamente vigente la frase de Gonzales Prada,  “donde se pone el dedo salta la pus”, y es que la noticias que aparecen diariamente contribuyen a la certeza ciudadana de que sus presidentes fueron parte de una cadena de corrupción en su momento.

De acuerdo a Alfonso Quiroz, la corrupción le cuesta anualmente al Perú el 30 % de su presupuesto nacional, pero a este dato habría que agregarle los costos que implican a la ciudadanía, costos económicos así como sociales; los dineros públicos que se pierden bien podrían servir para atender a esa gran cantidad de familias que no cuentan con servicios básicos o para mejor los niveles educativos y nutricionales de nuestros niños, pero los corruptos son indolentes y para ellos primero están sus bolsillos.

Luego de asistir esta dura realidad, ¿como queda el sentimiento ciudadano?, ¿que sin sabor queda al peruano que eligió a sus presidentes, con el fin de que hicieran realidad las esperanzas populares?, ahora se dan cuentan que sus representantes no eran otra cosa que voraces aprovechadores que terminaron por hacer suyo y de manera indebida, el dinero del pueblo; el Perú salía de una vorágine de corruptela en el gobierno de Alberto Fujimori y encontró a su redentor en Alejandro Toledo, que terminó por ser un corrupto más en la historia, hoy se confirma con el caso Lava Jato; por su parte los apristas y el mismo Alan reclaman estar limpios, pero se olvidan que Alán no fue absuelto, sino que su caso prescribió, igual de comprometido se encontraría el presidente Humala y por si fuera poco, en este oscuro concierto, aparecen presidente regionales y hasta alcaldes y alcaldesas.

Ante estos hechos muchos funcionarios, amigos y co-partidarios de los presidentes han comenzado a marcar distancias, o creo que más apropiado sería decir a zafar cuerpo, principalmente en el caso de Toledo, donde muchos de sus funcionarios y amigos han dicho que como se podría saber de la intenciones corruptas de Toledo cuando el fue el que se “fajo” por la democracia, señores, Toledo mostro su corrupción desde el momento de la famosa marcha de los Cuatro Suyos, aquí el millón de dólares con que el multimillonario Geoge Soros financió la protesta, terminó en cuentas de un sobrino de Toledo, luego Alvaro Vargas Llosa terminaría denunciando estos hechos, más tarde Eliane Karp, esposa del presidente terminó involucrada en el tema del banco Wisse y otros nombres del entorno de Toledo saltaron producto de la corrupción, Almeida; Diez Canseco, primer vicepresidente, etc, etc, con tod esto, ¿no se dieron cuenta de la corrupción, Toledo era corrupto, este tipo vino a hacerse de dinero a costa del tesoro público.

Pero ya sabiendo que tres ex presidentes se encuentra bajo sospecha, cabe preguntarse y el actual?, no hay que olvidar que su historia comienza en el primer gobierno de Belaunde, donde se le acusa de haber favorecido a IPC, Kuczynsky fue ministro de Toledo y lo fue durante el periodo en se dieron los negociados con Odebretch, por lo mismo debe ser parte del proceso de investigación; este es el cuadro que vive el Perú,  con un presidente preso, tres bajo sospecha y otro, el actual que bien cabe en el marco.

Ese el Perú, un país que nació en corrupción, donde hasta los libertadores tienen sus pecados y los héroes nacionales no se escapan a la plaga, en fin, se podría terminar concluyendo que el estado mismo se encuentra bajo sospecha.       

viernes, 13 de enero de 2017

SOLEDAD de Nelly Fonseca Recabarren


La ilustre desconocida





Hoy asistí a la presentación del libro NELLY FONSECA RECABARREN La ilustre desconocida, obra del profesor, escritor e investigador Blasco Bazán Vera y más allá del apunte histórico que se escucho en la brillante disertación, surgió en mi la urgencia escuchar su canto, me eche a buscar, un blog me trajo la foto y el canto, no hay duda, su mirada cargada de dolor eterno ha marcado su verso, el engominado de su pelo, el terno, la corbata y el seudónimo han marcado su irreverencia silenciosa

Que más dolor que quedar postrada a una silla de ruedas desde los nueve años, que más dolor si los labios que le recordarían el besar se ausentarían en brazos de la celosa muerte, para disfrutar de esta poetisa, que firmaba bajo el nombre de Carlos Alberto Fonseca, alcanzamos su poema.



SOLEDAD

Mi madre debió llamarme
          Soledad.

Nombre inmenso como el cielo;
nombre amargo como el mar...
          Soledad.

Soledad, porque mi boca se ha olvidado de besar;
porque las rosas se musitan
sin abrirse en mi rosal,
mi madre debió llamarme
          Soledad.

Un ángel negro, a mi vera,
siembra mis huertos de sal.
Jazmín que mi mano toca
no reflorece jamás.
Mi madre debió llamarme
          Soledad.

Me llaman con otro nombre
que suena a plata y cristal.
Me llaman, más no respondo;
pues, en mi lírico afán.
yo sé que debí llamarme
          Soledad.

Soledad de noche oscura
que presagia tempestad.
Soledad de campo raso
sin un árbol ni un cantar.
Soledad de lo infinito:
soledad de cielo y mar.
Soledad como la mía.
         ¡Soledad!


Poema y Foto tomada del Blog En Prosa y en Verso
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